Quien hubiera podido hacerle una ventana
a este verano,
para asomarse a ella y ser
siempre feliz.
Que en los vaivenes de la vida
tuviera yo
tal referencia fina,
tan ajustada al amor
que se pierde uno en el.
Más disfrutando y alabando
a los cielos por tanta dicha,
un esquivo nubarrón
turbó mi paz.
Menos mal que ya tenía escritas
dos frases en un papel
que otra tarde afortunada
se dejó caer.
Con tanta pulga en el jardín
un verano norteño
de tres días de sol
¿Cómo puede ser alguien tan feliz?
Así que surgió esta letra
tan prosaica como práctica,
divulgativa y sinóptica,
empeñada en recordar
verano tan singular
con sus vapores de insecticida,
El mundo en lucha fratricida y yo ahí:
logrando no pensar
¡Qué barbaridad!